
Se refieren a Diosdado como “el segundo hombre del régimen”. Sólo quisiera acotar que ese término es en sí
mismo una imprecisión, ya que el señor Cabello es el PRIMER HOMBRE del régimen,
que con gran habilidad (digna de un
auténtico zorro viejo) se aprovechó de la incapacidad presidencial de Nicolás
Maduro, para esconderse tras la estela de su barbarie y así llevar a cabo todos
sus negocios oscuros, de los cuales, el tráfico de drogas es apenas una parte.
Diosdado Cabello es un personaje de alma lúgubre, conocido
desde hace mucho tiempo por su divorcio con la honestidad y por un cinismo a
prueba de infartos.
Creador de centenares de empresas fantasmas que se beneficiaron
con la asignación gubernamental de dólares (y hablamos de miles de millones),
Diosdado fue en reiteradas oportunidades criticado por el propio Hugo Chávez,
ante incuestionables maniobras directamente vinculadas con temas de corrupción.
Diosado fue también delatado por algunas oscuras
personalidades del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) por el robo de
millonarias cantidades de dinero que jamás aparecieron. Tal es el caso de Mario Silva, quien denunció
públicamente al inmerecido presidente de la Asamblea Nacional, acusándolo
abiertamente de ladrón y oportunista.
Diosdado es un claro enemigo de Maduro, porque a pesar de lo
conveniente que ha resultado estar a la sombra de ese parapeto llamado
presidente, jamás aceptó el hecho de no haber sido nombrado el heredero natural
del Comandante Supremo.
Ahora existen pruebas a nivel internacional que se refieren
a Diosdado Cabello como el líder máximo del llamado Cartel de los Soles, que
agrupa además a numerosos personeros militares de alto rango, ahora dedicados a
actividades tal vez más rentables que defender la soberanía nacional.
Es Diosdado el que decidió impedir (como si se tratara del director
de una escuela) la salida del país de 22 periodistas que se limitaron a
reproducir la nota que al respecto publicara el periódico ABC de España, y que
luego encontrara eco en el Wall Street Journal.
Lo que para algunos resulta escandaloso es que desde el “presidente”
Maduro hasta las bases más insospechadas del PSUV, se escuchan las voces en
defensa por la “dignidad y la imagen” de Diosdado Cabello.
Parecen olvidar esa lista de innumerables “secretos” que
sirven de chantaje para contar con la “solidaridad” de todos los camaradas.
Sin embargo se ve asustado.
Ya esa expresión de reptil dominante se entremezcla con una mirada de
inocencia forzosa que nadie se cree. Sus
narco-negocios seguramente se han seguido diseminando entre las manos de más y
más testaferros, y muy probablemente a partir de ahora su discurso se refiera a
la familia y la salud de los jóvenes latinoamericanos.
Así de predecibles son estos tipos.
¿Cuánta basura debe acumularse para que la revolución
bolivariana incomode al olfato del mundo?
¿Cuántos Diosdados más hacen falta para que la comunidad
internacional tome al fin acciones concretas contra esa narco-mafia que se
maneja desde las más altas esferas del chavismo?
No lo sé, pero mientras la historia contemporánea de
Venezuela se sigue escribiendo con el excremento del régimen Madurista, miles
de jóvenes tienen que huir del país en busca de un futuro con menos moscas.
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