sábado, 21 de abril de 2012

APONTE APONTE... CANTÓ CANTÓ



Cuando un excremento de perro se encuentra reposando en algún jardín durante mucho tiempo, llega a formar parte del paisaje y ni siquiera el olfato se percata de su existencia...y hasta podemos acostumbrarnos a vivir con él.
Sin embargo, si por casualidad a un pie mal intencionado, distraido o ’’vengativo’’ se le ocurre tocarlo, el hedor de tal recuerdo canino revive sin compasión ante las ya dormidas narices cercanas.

Algo muy parecido está ocurriendo con las dantescas y espeluznantes declaraciones del ex-magistrado Aponte Aponte en Estados Unidos.

Escuchar a este personaje extraído de los rincones más oscuros del descaro y la ironía, resulta aún más nauseabundo que escuchar al propio dictador o a cualquiera de sus más allegados y ’’afectados’’ colaboradores.

Pensar que este gordito con cara de buena gente ocupó cargos de importancia en las Fuerzas Armadas y llegó incluso (y a dedo, claro está) a ser magistrado de la Corte, me produce intensos y repetitivos espamos en la boca del estómago. 

Qué otra cosa puede provocarme un ’’revolucionario’’ que admite como si nada que firmó un montón de carnets a miembros ’’misteriosamente’’ honorarios del ejército; que sabía de los perversos montajes judiciales para hundir (a pesar de su reconocida inocencia) a personas como la jueza Afiuni y el señor Mazuco; que reconoce haber participado en las reuniones semanales en la vicepresidencia para repartir sentencias a gusto; que fue cómplice del tránsito de drogas en las instalaciones de las propias Fuerzas Armadas por instrucciones de silencio y facilitación emanadas directamente del caudillo, y que acepta sin pelos en la lengua que los comisarios (por ejemplo) son, como muchos otros, presos políticos.

En fin, escuchar todas estas historias llenas de aberraciones y desvergüenza me llena de una indignación pocas veces sentida.  Pero lo que parece un chiste repetido y sin gracia es la predecible reacción de los revolucionarios de turno cuando advierten públicamente que se trata de un movimiento cuidadosamente diseñado por la oposición, en componenda con los gringos, para desprestigiar al gobierno y a sus ’’ilustres’’ miembros y representantes.

Los dos o tres venezolanos que insistan en creerse ese cuento barato de la CIA, del Imperio y de espionajes al estilo James Bond, deben en este momento estar pensando si vale la pena ser tan ingenuos o es mejor cambiarse al lado de la dignidad y el futuro de una vez por todas.

Estas declaraciones del ex-magistrado Aponte Aponte aclara mucho más la irresponsabilidad histórica de este régimen de pacotilla, que cada vez encuentra menos atajos a la hora de enfrentarse con su propia ineptitud y con su propia mala sangre.

Así son los rateros: cuando uno de ellos se ve atrapado, ninguno de sus compinches de malandraje se salva de su propio veneno.








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