lunes, 30 de julio de 2012

¿Y DEL ROSTRO DE LOS VENEZOLANOS… QUIÉN SE OCUPA?


Luego de ver el retrato en 3D de Simón Bolívar, me convencí aún más del inmenso espacio para el ocio y la mentira generado durante 14 años de maldición por este desgobierno revolucionario, a cargo del aburrido y monotemático dictador venezolano.

Lo cierto es que el país se desploma, y resulta inconcebible (aunque no extraño) que el régimen esté más pendiente de verle el rostro a un pasado glorioso que a un presente que fallece ante su propia incapacidad de salir adelante.

El dictador, en su empeño por saltarse una y otra vez la delgada y siempre peligrosa línea que separa a la admiración del endiosamiento, prefiere dedicar gran parte de su tiempo y mayor parte de nuestros recursos a mitificar aún más la imagen y memoria de El Libertador que a enrumbar al país por los caminos de un crecimiento, tan fácil de alcanzar cuando la riqueza económica del país (por puro azar en el complejo mundo de las finanzas petroleras) ha llegado a niveles pecaminosamente elevados.

¿En qué ayuda a los venezolanos del siglo XXI conocer los supuestos detalles de faciales de Bolívar, si ya los retratistas de la época, en cuerpo presente del modelo, dejaron testimonio de las mismas en hermosas y documentales obras pictóricas?

¿En qué ayuda a los venezolanos del siglo XXI saber si el Padre de la Patria murió por enfermedad o por envenenamiento (según insinúa  el dictador)?  ¿Será que para él, el reporte forense firmado por el propio Doctor José María Vargas no sirve de nada o, peor aún, no es de fiar?

Las redes sociales, con su lapidaria capacidad de accesar a cuanto dato u olvidado documento se encuentre pululando por los rincones más recónditos de la historia nacional y universal, dejó en evidencia un nuevo engaño del dictador, al exhibir como original y propio el retrato fotográfico de Bolívar que en 1986 publicara la Revista de la Sociedad Venezolana de Ciencias Forenses de Mérida, y que (no por casualidad) coincide en su totalidad con el retrato en 3D develado en cadena nacional hace algunos días.

La verdad es que los “expertos” revolucionarios encargados de esa inútil tarea, confiando en que no hubiese ninguna memoria viva que llegara a recordar la publicación del año 86, tomó el documento en cuestión, le hicieron un par de mínimos cambios en el peinado, y con ese descaro típico y propio de la revolución venezolana se atrevieron a poner la retocada imagen a la vista de un pueblo que aún no termina de comprender el por qué de los bombos y de los platillos.

Habría sido mejor (e incluso hasta gracioso) que el mentado retrato hubiese tenido una verruga en la frente, facciones de sambo enfermo, con pelo malo y ojos minimizados por la hinchazón,  y tal vez algún detalle en rojo (como una boina).  Al menos así el show luciría aún más ridículo y grotesco, manteniendo de esa manera la línea de comunicación de este régimen que agoniza sin posibilidades de disimulo.

En fin, no sería de extrañar que antes del 7 de octubre, para demostrar que toda esa pandilla de malandros que acompaña al dictador en sus delirios de grandeza son un especie de reencarnación de los patriotas que la historia nos dejó como héroes, de un retrato en 3D de Páez emerjan de pronto las facciones de Diosdado…O (¿por qué no?) de la imagen de Negro Primero se plasmen los rasgos de Aristóbulo.
No lo sé.  Este régimen nos tiene tan acostumbrados a exabruptos tales, que para nada me sorprendería algo parecido.

En todo caso, mientras estos payasos revolucionarios siguen jugando a ser gobierno, la mayoría de los venezolanos ya estamos enfocados en el nuevo país que en escasos tres meses dejará el pasado en los libros escolares, y el futuro en la mirada de todo un pueblo que sabe que hay un camino de esperanza y de progreso esperando por TODOS, sin excepción.

Por ahora observemos muy bien las caras de este régimen moribundo,  para no tener que perder tiempo reconstruyéndolas en 3D cuando algún día queramos recordar a quienes estuvieron a punto de acabar con el país y con su pueblo.

   

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