viernes, 13 de julio de 2012

CARTA ABIERTA A UN DICTADOR MORIBUNDO








Mi siempre despreciado Hugo:

Ante tu aparente recuperación de una no tan terminal enfermedad, sólo deseo comentarte mi reflexión al respecto. 
Tu condición de mentiroso crónico…de mitómano desenfrenado, hace que resulte muy fácil pensar que (como lo ha dicho tanta gente) tú realmente no estás enfermo y no lo has estado nunca, al menos de “eso que nos dijiste para que te tuviéramos un poquito de consideración humana”.

Pero no te escribo para contarte mi impresión sobre el tema (ni mucho menos para darte diagnóstico alguno), sino para reclamarte. 

Es que tú nos hiciste algo que no se le hace a nadie.  Sí, con ese cuentico de tu cáncer, a muchos venezolanos nos llenaste de una esperanza falsa… de una ilusión ficticia basada en que eso que no pudimos hacer nosotros lo iba a hacer Dios.  Que tu desagradable y por demás inoportuna imagen desaparecería de la faz de la Tierra por una decisión Divina…cosa que nos exoneraría de conseguirlo por nuestras propias manos.

Y no fue así. 
Te burlaste de nuestros sentimientos y te dedicaste a repartir lástima entre los más ingenuos representantes de nuestro pueblo, tal vez con la maquiavélica intención de demostrar que eres casi una deidad ubicada (como toda deidad) por encima de las leyes humanas…incluso de la propia muerte.

Ahora te veo sonriente, con nuevos y reconstruídos bríos para seguir ofendiendo a tus opositores y al país entero, y retando a un futuro que con cáncer o sin él, permíteme decirte que se te acaba a pasos agigantados.

¿Que por qué lo digo?

A ver:

Ya no tienes tantos seguidores como aparentabas tener hasta hace un par de años.  No te alcanzan los autobuses ni la dádivas con garantía de fiesta tan siquiera para llenar un par de cuadras con ese aburrido y confuso ejército de uniformes rojos.
Tampoco te veo con demasiadas fuerzas como para caminar, y necesitas subirte (con poses hitlerianas) a ese camastrón rodante escoltado por un anillo de seguridad que raya en lo exagerado y vergonzoso.
Te observo tan preocupado por tu contrincante, que ya no sé muy bien si tu voz tiembla de emoción o de miedo.
Tu verbo se ha quedado corto y te pones muy repetitivo, logrando que a pesar de las cervezas y la música que repartes, tu público te ofrezca su ausencia sin discreción alguna.

En fin, Hugo, puede ser que no tengas ninguna enfermedad que nos permita el privilegio de tu distancia eterna, pero te puedo asegurar, desde los humildes rincones de mi opinión, que como político (y mucho más como presidente) sí te estás muriendo…
Que ya no eres el centro de la noticia…
Y que te vas a envenenar con tus propias palabras cuando te toque explicar  tu derrota frente a un “majunche”.
¿Qué vas a argumentar ese día ?

¿Vas a decir que el Majunche te hizo trampa?
¿Vas a decir que el Majunche compró a Tibisay?
¿Vas a decir que el Majunche te montó una brujería?

No, Hugo.  La verdad es que vas a tener que reconocer tu derrota inminente y lapidaria, y ya cuando no se te vea ni se te escuche, te recordaremos apenas como un mal momento convertido en anécdota, y donde te encuentres (en la cárcel que te asignen) podrás observar y aprender cómo se gobierna un país.

Hasta la próxima, mi moribundo enemigo.
       

No hay comentarios:

Publicar un comentario