miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿nos volveremos a quedar "MUDos"?



La trampa comenzó desde el REP y nosotros "callaos".

Cuando uno está fuera del país, pareciera que las cosas tienen otra dimensión dado el inevitable coctel de impotencia con rabia que se prepara cada día en el pecho de quienes nos acostumbramos a vivir con el exilio a cuestas.

Las elecciones presidenciales del
7-O se convirtieron para mí en dos polos opuestos que atacaron sin la menor compasión a cuanto sentimiento patrio decidió cruzar por mi pecho ese día. 

Seguí muy de cerca la campaña de Capriles… Sentí (al igual que más de siete millones de venezolanos) la necesidad de luchar sin tregua por esa libertad que no estaba dispuesta a esperarnos un minuto más…
Entregué mi esperanza, en su totalidad, a ese futuro que nos esperaba con los brazos abiertos…
Lloré con la emoción del triunfo clara y predeciblemente alcanzado…
Incluso la idea del retorno se me insinuó muchas veces como una tentación innegable.  
Y tras esa casi incontenible secuencia de emociones, al concluir la agotadora y estimulante jornada sólo quedó habitando en mi memoria una triste frase que nada tenía que ver con lo que me hicieron construir durante los meses que duró la campaña: “perdimos, y debemos asumir la derrota democráticamente.  Aún no somos mayoría y no tenemos por qué pensar que hubo fraude o trampa de ningún tipo”.

Esas palabras me golpearon con tal fuerza, que empaparon mi esfuerzo y mis ganas con un montón de lágrimas desordenadas y un sinfín de mentadas de madre entrecortadas por la desilusión.

¿Cómo podía mi candidato, quien invitara a todos a vigilar y defender el voto como la vida misma, desinflarme la ilusión a sólo minutos de conocer los dudosos resultados electorales?

¿Cómo es que nadie de la MUD salió en ese instante a proteger lo que hasta ese momento se había logrado con tanto éxito en la suma de voluntades?

¿Cómo mi candidato fue el primero en negar el fraude del que TODOS los venezolanos teníamos conocimiento?

Esas son apenas tres de las muchas interrogantes que se asomaban desesperadas por los escasos espacios que quedaban entre mis suspiros en pleno suicidio.
De pronto me quedé con mis ganas derrumbadas y con una debilidad tan grande que apenas tuve fuerza para explicarle a mis hijos que Venezuela sería, desde ese momento, sólo un hermoso recuerdo y una “sabrosa” referencia de música… de poesía…de comida…
 Sin embargo, aún no sé cómo explicarles que nuestros propios representantes políticos nos llevaron engañados a un matadero.  
Que la frontera que separa a Capriles de Chávez parece que al final no es tan grande como nos contaron,  y que la política termina siendo un hoyo insospechadamente oscuro que no vale la pena ni tan siquiera intentar comprender.

Luego de haber vivido estas semanas (desde el 7-O) con tanta incertidumbre como desazón, me irrita aún más escuchar a Capriles y a la mayoría de sus allegados reconociendo con ingenua estupidez que se han ido enterando de ciertas “irregularidades” protagonizadas por el CNE, desde el propio Registro Electoral Permanente (REP). 
(Irregularidades, por cierto, que sólo ellos no conocían el mismo día de las elecciones).

Ante tal demostración de “ingenuidad” según algunos y de “complicidad” según otros, sólo me queda pensar que los resultados de las elecciones para gobernadores que se llevarán a cabo el 16-D, serán los que el dictador quiera y decida (aprovechando la lentitud de sus adversarios para percatarse del strike que les mete permanentemente), o peor aún, los que el dictador haya negociado para entonces con los líderes opositores (aprovechando la perversión natural de una estructura política que no cambió a pesar del cambio de generación).

El caso es que ya no me creo los discursos de baja factura que pretenden mantener el ímpetu de los votantes, mayoritariamente decepcionados por tan grotesco show.  ¿Qué pasaría si la gobernación de Miranda quedara en manos de Jaua, o la del Zulia en manos del dantesco Arias Cárdenas, o Nueva Esparta estrenara gobernador en la figura de Mata Figueroa, o el Táchira en la de Rangel Silva? 
¿Otra vez tendríamos que asumir que perdimos y que seguiremos en la lucha?  ¿Otra vez reaccionaremos tres o cuatro meses después denunciando tardíamente (como siempre) que el CNE y el oficialismo hicieron trampa o cometieron fraude?

Sospecho que los únicos que están dispuestos a creerse la irrealidad de una lucha limpia y democrática, son nuestros otrora héroes y líderes.
Todos los que no tuvimos más remedio que aprender a vivir en la frustración o en el exilio (o en ambas), sabemos acerca de las marramucias que desde ya, y a la luz pública, están fraguando el CNE en conchupancia con los improvisados candidatos del dictador.
Todos los que no formamos parte de esa élite politiquera, sabemos que (a la vista o en esos típicos rincones oscuros de la revolución) ya están cuadrados los números para darle el triunfo a la conveniencia individualista de este monopólico desgobierno.

La tristeza con la que escribo estas palabras aún no entra en la escala de “catarsis” que yo, como venezolano necesitaría para comprender que el futuro de mi país no depende en nada de mí ni de mi voluntad.  Esta es una tristeza que he de guardar y sólo exhibir en circunstancias muy selectas.  Digamos que es una tristeza muy mía, que hoy decidí compartir para vaciar un poco el pecho de tantos sentimientos encontrados.

Sin ir muy lejos, hoy leí una noticia que titulaba:
 “copados los vuelos al exterior del país desde el 1 de diciembre”.
Esta corta pero lapidaria frase informativa sólo me lleva a pensar que una buena parte de votantes, hablando en términos genéricos, no acudirá a las urnas el 16-D.  Si a ellos sumamos todos aquellos cuya desmotivación le ganó la partida a la esperanza, este nuevo resultado electoral no lo quiero ni imaginar a pesar de lo “vaticinable” que es…muy a mi pesar.

De esta manera, y con el corazón en la mano, le podría recomendar a mi candidato (porque a pesar de todo Capriles siempre quedará en el recuerdo como “mi candidato”) y a todos los miembros de la MUD y cercanías, que tengan presente que los dictadores no salen con votos, y que el escenario más conveniente para un presidente autoritario y abusador como el que detenta hoy el máximo poder en Venezuela, es enfrentarse a fieles creyentes de pajaritos preñados y cuentos de hadas.  En ellos, todo dictador (y el nuestro no es la excepción) consiguen la validación de su régimen y de su caos personal.

Votar, sin duda alguna, es una obligación más que un deber…y es una necesidad más que un derecho.  Pero qué difícil es asumir ese combo de responsabilidades patrióticas cuando nadie está dispuesto a dar nada por lograr el cambio. 
Qué difícil es creerle a un líder opositor hoy, cuando apenas ayer, con el triunfo en sus manos, nos llamó a la rendición.

Desde mi exilio, el cual he aprendido a llevar con dignidad y mucho venezolanismo, sólo puedo hacerle llegar a esa tan fragmentada Unidad mi más sincero sentimiento de desconfianza y alguna que otra palabra de condolencia sin destinatario definido.

A partir de hoy me reafirmo como opositor independiente, despojado de ilusiones prefabricadas por terceros y ataviado con mi bandera 7 estrellas, defensor de la Venezuela que sueño y enemigo acérrimo de quien me quiera despertar.  Reafirmo también mi condición de anti-revolucionario, anti-chavista y anti totalitarismo, razón por la cual mi enemistad con cualquier venezolano oficialista está más que declarada.

Con todas la ganas que aún tengo de seguir disparando rabia y sentimiento, me despido por ahora no sin antes agradecer a mis lectores por sacar un tiempito para leer estas reflexiones.

Por Venezuela libre.






1 comentario:

  1. Comparto plenamente tus acertados comentarios y me solidarizo con tus sentimientos de arrechera y frustracion que nos producen tanto los politicos chavistas como los del bando cobarde de la oposicion centrada en la MUD

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