domingo, 13 de mayo de 2012

CAPÍTULOS FINALES



 El dictador regresó nuevamente de Cuba, cantando con una voz entrecortada y débil, y retomando sus insultos a la oposición.
Entre otras cosas, y con el descaro a que ya nos tiene acostumbrados, el Espanto de Sabaneta reclamó de manera solapada que su contrincante político tiene más de un año en campaña, como insinuando un ventajismo que el “benevolente” gobierno  le ha permitido sin recelo.

Parece olvidar, este personaje de la comedia absurda del siglo XXI, que tanto él como su séquito de ineptos revolucionarios tienen más de 13 años en campaña, dejando a la espera de todo un pueblo un sinnúmero de promesas imposibles de cumplir;  pero no por complejas o extraordinarias, sino por la natural incapacidad que ha demostrado este movimiento bolivariano para responderle al país hasta en las cosas más sencillas y simples.

Sin embargo, aún encapsulado en esa esfera de poder y delirios de grandeza, el caudillo asoma ante las cámaras de TV su rostro cínico y quebrantado, y con su boca llena de improperios y mentiras comienza su recital verborréico intentando en vano explicar esa Venezuela Socialista y hermosa que se está construyendo (no sé exactamente dónde) con el traslúcido esfuerzo de esa mal llamada revolución. 

Y los venezolanos, acostumbrados ya a ese paisaje lúgubre e insensato de las cadenas gubernamentales, escuchamos con sorda resignación esas repetidas y típicas frases chavistas que hoy por hoy caen directamente, y gracias a Dios, en el baúl de los olvidos.

Al mejor estilo de Fidel, ya el dictador barinés nos exhibe a diario esa pinta deportiva tras la cual se esconde su verdadero calvario y un deterioro físico incuestionable.  Pero como la política implementada por este error de nuestra historia ha sido la falsedad en todas sus presentaciones, pues tampoco resulta extraña esta escenita recurrente de la bajada del avión, una siempre desafinada cantadita y el discurso que insiste en convencer a todos sobre la inquebrantable salud del enfermo. 

Claro, entre ausencia y ausencia los alborotados colaboradores del caudillo hacen y deshacen en una muy barata imitación del caos y la irresponsabilidad presidencial. 
Jaua, chupando medias a distancia…
Maduro, jalando bolas de cerquita en Cuba (hablo, por supuesto, de las bolas criollas)…
José Vicente, recuperando protagonismo en los medios y asumiendo un trocito del poder que siempre ha deseado… 
Diosdado, adulando a su líder con indomable expresión de duda y desconcierto…
Y otro montón de fastidiosos subordinados de segunda, pegando gritos en la Asamblea Nacional y tratando de disfrazar las mentiras de la revolución en un fallido intento por despistar el inevitable rumbo de la nueva historia de Venezuela.

En fin, el ambiente está cargado de pequeñas y confusas tramas… De rumores y chismes mal y bien intencionados. 
En Estados Unidos ya comenzó el desfile de ex-sátrapas que para salvar lo que les queda de pellejo decidieron “cantar” todo acerca de lo que sin duda terminará develando los secretos de un narcogobierno. 
El problema carcelario, inmanejable para esa aparición de las tinieblas llamada Iris Varela, pica y se extiende. 
La salida de Venezuela de la CIDH ya se dejó colar y ocurrirá más pronto de lo que imaginamos, porque para el régimen es vital esconderse de la dignidad internacional.    

Todo esto y más es lo que nos toca vivir en este proceso electoral que va llegando a su recta final.

Sin embargo, desde donde estamos hoy,  ya se alcanza a ver la esperanza y la reconciliación, y a pocas horas de estrenado el 8 de octubre, estaremos todos los que nos llamamos “pueblo” recogiendo los escombros y reconstruyendo un país que será cordial envidia de todo el continente.

Mientras eso sucede, cada uno de los maleantes y saqueadores que se dedicaron a desgobernar durante 14 años, estarán viéndolo todo tras las rejas de su propia cárcel.   

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