martes, 7 de mayo de 2013

DE PRESIDENTE ILEGÍTIMO A ESPECIE EN ESTADO DE DESCOMPOSICIÓN








Esta es una de incontables veces que me he sentado para dar inicio a algunas letras dedicadas al ilegítimo y temporal presidente de Venezuela, bautizado por el bendito humor popular con el título de Nicolás El Breve.
Sin embargo, nunca he logrado llegar a la línea número cinco porque de mis dedos surge una necesidad incontenible de exhibir mi mejor y más ofensivo léxico, mismo que durante los últimos catorce años, por mérito intransferible del difunto y nunca bien recordado Hugo, he venido perfeccionando incluso hasta sentirme orgulloso.

Este tal Maduro (inapropiado apellido de Nicolás) no es otra cosa que una copia muy pero muy barata de su ya barato antecesor, sólo que le tocó llevar a cuestas la cruz de la radicalización y el extremismo.  Una cruz, por cierto, que el inepto personaje que hoy nos ocupa, arrastra de manera abusiva e intolerante por los caminos de la peor crisis política, económica y social que haya vivido jamás mi aporreado país.

El desprecio que por razones naturales provocan en mí sus mal diseñados discursos, no cabe en ninguno de los adjetivos descalificativos que yo quisiera esgrimir, por groseros y despectivos que éstos puedan ser.  Y es que esa vocación bien heredada de su “padre político” de convertir en excremento todo lo que toca, y además contarlo como un gran logro revolucionario, es sin duda un activador…un generador natural de bilis en todos los venezolanos que nos reconocemos decentes.

Lo que salva en algo la siempre desagradable imagen de Nicolás El Breve, es que tiene esa capacidad (muy revolucionaria, vale recordar) de autodestruirse poco a poco cada vez que habla, única razón por la cual soportarlo se traduce en una especie de gratificante tortura sensorial. 

Este oscuro personaje del epílogo de esta aún más oscura revolución bolivariana, tiene el liderazgo por donde menos lo ilumina el astro rey, lo que hace que incluso sus simpatizantes le pierdan el escaso respeto que les queda.  Los restos desconsolados de un respeto hoy escasamente impulsado por una cada vez más debilitada inercia histórica.

Amenazante y fácilmente despreciable, este inoportuno presidente en claro proceso de descomposición hace gala constante de su ilegitimidad cada vez que da alguno de esos desesperados chapoteos de ahogado, típicos de quien agrede y ofende ante la desazón de hallarse en medio de su propia incapacidad para gobernar y seguir empujando un proyecto cada vez más y más pesado.

Ahora bien, no puedo menos que reconocer un gran logro del señor Maduro: en escasos cinco meses ha conseguido que más de un millón de simpatizantes chavistas se hayan mudado al Caprilismo.  
Ese logro “construido en socialismo”, ha encontrado en este esporádico y sobre todo lamentable jefe de estado venezolano, a un aliado para que la historia vaya cambiando de autor, y a la vuelta de la esquina nos encontremos con un futuro como el que merecemos.

  

 



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