El Papa Francisco se quedó esperando al dictador “Maduro el
Deficiente”.
Ahora jamás sabremos lo que Su Santidad le hubiese dicho a
ese defecto de la historia venezolana que cada vez menos personas llaman presidente.
Según el comunicado oficial, una enfermedad hizo que las
altas cúpulas de la mafia gubernamental recomendaran al malandro máximo
suspender ese encuentro sobre el que tantos venezolanos teníamos esperanza, en
el entendido de que Francisco podría haberse convertido en la voz de todo un
pueblo que hoy no encuentra cómo hacerse escuchar.
Pero es cierto: el dictador se enfermó, y de gravedad. Todo comenzó hace aproximadamente seis días,
cuando le comenzaron unas náuseas incontrolables, al enterarse de que Monseñor
Luckert logró reunirse antes en el propio despacho de Francisco para
adelantarle ciertos “detallitos” de las realidades venezolanas. Luego se le bajaron abruptamente las defensas
tras haberse expuesto sin abrigarse al increíble poder de convocatoria de su preso político
más preciado: Leopoldo López. Días después
le entró una especie de depresión al saber de los problemas de salud de Daniel
Ceballos en medio de su prolongada huelga de hambre. Más tarde le vino una
recaída al exponerse a la noticia de que un par de jóvenes opositores iniciaron
una huelga de hambre en solidaridad con los presos políticos, en plena Plaza
San Pedro…como lo lee: en pleno patio delantero de la casa papal. Después lo debilitó aún más la presión que se
le está haciendo para definir la fecha de su evidente derrota parlamentaria y los
mensajes enviados al Papa por todos los venezolanos a través de las redes
sociales advirtiéndole acerca de la tragedia que vive el país. Y ya para
rematar, por si todo esto fuera poco, le subió la fiebre al punto de delirio
cuando le echaron el cuento de que Washington envió al Vaticano copia de todas
las pruebas que involucran de manera protagónica a Diosdado Cabello en un gran
negocio de narcotráfico internacional.
Los síntomas son muy claros y el diagnóstico lo es aún más:
el dictador venezolano se contagió de Culillo, una enfermedad propia de ciertas
especies animales caracterizadas por su cobardía y su ineptitud. También
conocido como Miedo, este virus provoca alteraciones dramáticas en el comportamiento
de quien lo padece, y una disminución vertiginosa en su desarrollo intelectual,
lingüístico y motor.
Ahora que se conoce esta sintomatología, debemos reconocer
que Maduro efectivamente está muy grave, y que este mal se está apoderando de
él casi con características de metástasis.
Así que por ahora la visita papal es razonablemente
imposible, al menos (tal como lo recomendaron los médicos cubanos responsables de la salud en Miraflores) hasta que al dictador se le pase el Culillo.
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