Sin ánimos de criticar por criticar, quiero escribir un poco
acerca de la Copa América.
Prácticamente todos los partidos han sido un paupérrimo
desfile de malos equipos, malos jugadores, mala actitud, pésimos árbitros y una
insolente evidencia antideportiva.
Algo parece ocurrirle a los jugadores latinoamericanos
cuando se despegan de la disciplina de sus respectivos clubes (la mayoría
europeos) para representar con desgano a sus países, como si se tratara de un
acto benéfico más que patriótico.
Surge ahí una especie de “vedetismo”, imagino provocado por el
ego incontrolable que no cabe en las pequeñas canchas del país anfitrión.
Entonces, vemos a un Neymar dejar que su ira de niño
malcriado se desborde como jamás se lo van a permitir en el Barcelona…A un James
gritar y amenazar a uno y más árbitros como jamás se lo van a permitir en el
Real Madrid…A un Vidal enloquecer en una noche de copas y juegos hasta chocar
su Ferrari como jamás se lo van a permitir en la Juventus.
Y podría seguir aquí con una larga y no menos penosa lista de
etcéteras que culminarían inevitablemente en el asqueroso acto del jugador
chileno Jara contra el uruguayo Cavanni.
La palabra “bajeza”
se queda corta ante semejante actitud de cobardía e indecencia.
La palabra “imbécil”
para calificar a este lamentable representante de Chile, es apenas un
piropo.
¿Sabrá este triste incauto que en la cancha hay más de 35
cámaras capaces de mostrar al mundo estupideces como la que él hizo en nombre
de su país (que además es el anfitrión)?
¿Entenderá este fraude ambulante y antideportivo que al
único idiota que engañó (y sólo por un momento) fue al árbitro, quien además
supo representar muy bien el espíritu de la FIFA al estar claramente comprado
para darle el beneficio del triunfo al equipo chileno?
Este señor Jara, con sólo un dedo ensució aún más la ya
enlodada Copa América; y su carrera en las filas del Mainz, el club alemán que
alguna vez lo contratara, está literalmente en juego.
En otras palabras, la caída que Jara simuló sin que siquiera
Cavanni le rozara su dura cara, es apenas el inicio de una gran bola malos
augurios para este pobre diablo vestido de futbolista.
Pero más allá del fútbol, lo que resulta imperdonable es
haberle hecho vivir a otro jugador…a otro colega…una humillación tan terrible
en pleno partido. El señor Cavanni (con
quien simpatizo muy poco, por cierto) no sólo fue víctima de los insultos que Jara
le susurrara al oído y víctima igualmente de su repulsivo atentado contra la
hombría y la dignidad de cualquiera. Por
si eso hubiese sido poco, el jugador uruguayo recibió con descarada injusticia
la tarjeta roja que lo sacara del encuentro, y de inmediato recibió además la
estruendosa pita de una afición chilena que prefirió seguirle el juego a la
desvergüenza.
Así va la Copa América, llena de golpes, jugadas sucias,
humillaciones baratas, corrupción al mejor estilo de la FIFA, árbitros
increíblemente malos, egos incontrolables, malas crianzas por doquier,
caprichos desmesurados y eso sí…una pésima demostración futbolística que le
quedó debiendo al deporte más popular y vistoso del mundo.
Esperemos pues el final de este show barato, que seguramente
terminará con el triunfo del equipo anfitrión (a menos que se inventen otros
árbitros), y olvidemos que todo esto ocurrió.
Creo que será lo mejor para todos…y especialmente para el fútbol
latinoamericano.
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