Luego de ver el retrato en 3D de Simón Bolívar, me convencí
aún más del inmenso espacio para el ocio y la mentira generado durante 14 años
de maldición por este desgobierno revolucionario, a cargo del aburrido y
monotemático dictador venezolano.
Lo cierto es que el país se desploma, y resulta inconcebible
(aunque no extraño) que el régimen esté más pendiente de verle el rostro a un
pasado glorioso que a un presente que fallece ante su propia incapacidad de
salir adelante.
El dictador, en su empeño por saltarse una y otra vez la
delgada y siempre peligrosa línea que separa a la admiración del endiosamiento,
prefiere dedicar gran parte de su tiempo y mayor parte de nuestros recursos a
mitificar aún más la imagen y memoria de El Libertador que a enrumbar al país
por los caminos de un crecimiento, tan fácil de alcanzar cuando la riqueza
económica del país (por puro azar en el complejo mundo de las finanzas
petroleras) ha llegado a niveles pecaminosamente elevados.
¿En qué ayuda a los venezolanos del siglo XXI conocer los
supuestos detalles de faciales de Bolívar, si ya los retratistas de la época,
en cuerpo presente del modelo, dejaron testimonio de las mismas en hermosas y
documentales obras pictóricas?
¿En qué ayuda a los venezolanos del siglo XXI saber si el
Padre de la Patria murió por enfermedad o por envenenamiento (según insinúa el dictador)?
¿Será que para él, el reporte forense firmado por el propio Doctor José
María Vargas no sirve de nada o, peor aún, no es de fiar?
Las redes sociales, con su lapidaria capacidad de accesar a
cuanto dato u olvidado documento se encuentre pululando por los rincones más
recónditos de la historia nacional y universal, dejó en evidencia un nuevo
engaño del dictador, al exhibir como original y propio el retrato fotográfico
de Bolívar que en 1986 publicara la Revista de la Sociedad Venezolana de
Ciencias Forenses de Mérida, y que (no por casualidad) coincide en su totalidad
con el retrato en 3D develado en cadena nacional hace algunos días.
La verdad es que los “expertos” revolucionarios encargados
de esa inútil tarea, confiando en que no hubiese ninguna memoria viva que
llegara a recordar la publicación del año 86, tomó el documento en cuestión, le
hicieron un par de mínimos cambios en el peinado, y con ese descaro típico y
propio de la revolución venezolana se atrevieron a poner la retocada imagen a
la vista de un pueblo que aún no termina de comprender el por qué de los bombos
y de los platillos.
Habría sido mejor (e incluso hasta gracioso) que el mentado
retrato hubiese tenido una verruga en la frente, facciones de sambo enfermo,
con pelo malo y ojos minimizados por la hinchazón, y tal vez algún detalle en rojo (como una
boina). Al menos así el show luciría aún
más ridículo y grotesco, manteniendo de esa manera la línea de comunicación de
este régimen que agoniza sin posibilidades de disimulo.
En fin, no sería de extrañar que antes del 7 de octubre,
para demostrar que toda esa pandilla de malandros que acompaña al dictador en
sus delirios de grandeza son un especie de reencarnación de los patriotas que
la historia nos dejó como héroes, de un retrato en 3D de Páez emerjan de pronto
las facciones de Diosdado…O (¿por qué no?) de la imagen de Negro Primero se
plasmen los rasgos de Aristóbulo.
No lo sé. Este
régimen nos tiene tan acostumbrados a exabruptos tales, que para nada me
sorprendería algo parecido.
En todo caso, mientras estos payasos revolucionarios siguen
jugando a ser gobierno, la mayoría de los venezolanos ya estamos enfocados en
el nuevo país que en escasos tres meses dejará el pasado en los libros
escolares, y el futuro en la mirada de todo un pueblo que sabe que hay un
camino de esperanza y de progreso esperando por TODOS, sin excepción.
Por ahora observemos muy bien las caras de este régimen
moribundo, para no tener que perder
tiempo reconstruyéndolas en 3D cuando algún día queramos recordar a quienes
estuvieron a punto de acabar con el país y con su pueblo.
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