A la tiranía de “Nicolás el deficiente” le quedan cada vez
menos posibilidades de sobrevivir. Entre
su propio y persistente esfuerzo por fenecer y la recuperación de fuerzas que
el pueblo opositor demostró en la marcha de ayer 30 de mayo, me atrevo a pronosticarle a Venezuela un
pronto reencuentro con la libertad que hace 16 años esta sarta de delincuentes
revolucionarios nos robaran en nuestras narices.
Lejos…muy lejos de los llamados de la MUD a no participar en
la concentración. Lejos…aún más lejos de
las amenazas del régimen para evitar la
salida masiva de compatriotas a
encontrarse con sus gritos de dignidad.
Lejos incluso del propio llamado de Leopoldo López, los venezolanos dejamos en evidencia que
nuestro objetivo final está muy por encima de cualquier persona, partido
político o gobierno.
Los venezolanos, con esa gran concentración de ayer, demostramos
con pruebas cuál es hoy por hoy nuestra verdadera y única prioridad: Venezuela.
Así que sólo los políticos que deseen comulgar con esa
prioridad, podrían mañana tener un espacio de la mano con ese pueblo gigante
que cansado de escuchar directrices decidió él mismo definir su camino.
Ya no hay miedo ante las burdas intimidaciones del dictador
y su banda de malandros. Ya no hay
obediencia ciega ante las ambiguas recomendaciones de la MUD ni de sus aún más ambiguos
representantes. A partir de ayer lo que
hay es una pasión desbordada por recuperar al país y una convicción gigante de
poder lograrlo.
Si la posición de la MUD en relación a este evento fue
demostrar fuerza, pues ya sabemos dónde está la verdadera fuerza. Si la estrategia del régimen fue generar
miedo, pues ya sabemos quién realmente está atemorizado.
Las trampas y los jueguitos pseudodemocráticos que nos
decían a los venezolanos hacia dónde andar y hacia dónde no, se quedaron con la
ganas, porque ayer por fin comprendimos que la fuerza de cambio está en la
gente, en el pueblo, en los millones de hombres y mujeres que hoy aceptamos que
la pelea es peleando y que pa’ lante es pa’ allá.
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