Hoy,
cuando veo a mi país destruido ante la mirada indiferente de un régimen
absolutamente incapaz y malintencionado, no puedo menos que negarme a la idea
de que Bolívar pudiera estar de acuerdo con este desastre político, social y
económico.
El
gigante y horrible mausoleo que el dictador está construyendo en Caracas para
darle al Libertador un descanso eterno más confortable, ha de cumplir una
función aún más importante y hasta práctica, que no es otra que la de darle al
héroe del caballo blanco y corta estatura un mayor espacio para revolcarse en
su tumba ante el desagravio histórico que día a día cometen los mal llamados
revolucionarios…y peor denominados “bolivarianos”.
Para
Bolívar, contrario a la roja realidad, la educación era un pilar fundamental en
la reconstrucción de toda sociedad, y las inspiradoras palabras de Andrés Bello
al respecto fueron columnas vertebrales de un pensamiento lineal, sin trampas y
con la verdad al frente de cualquier discurso.
Para
Bolívar, la independencia siempre fue un norte incuestionable, y de sólo
imaginarlo vernos importando hasta el arroz que escasamente podemos comer, me
da pena ajena.
Para
Bolívar, la soberanía era un tesoro que había que resguardar con la propia vida
(de ser necesario). Estoy seguro que
volvería a morir una y otra vez al ver cómo el actual régimen regala a diestra
y siniestra el petróleo que es de todos los venezolanos…cómo deja a la deriva
la pelea por territorios en reclamación…cómo pone en manos oportunistas algunos
de los aspectos fundamentales para el desarrollo del país…cómo le abre las
puertas al terrorismo y al narcotráfico…
Para
Bolívar, la perennidad del poder en un solo hombre daba pie al despotismo y convertía
al pueblo en un esclavo.
Aún
intento comprender cómo esa aparente pasión del dictador por Simón, se
convirtió en una competencia histórica por superarlo bajo el pretexto nada
creíble de darle continuidad a su obra independentista y libertadora.
En
fin, el padre de la patria tendría muy
poco que celebrar hoy ante la aberrante forma en que su auto-designado hijo
dilecto convierte el pensamiento bolivariano en blasfemias adecuadas a la
conveniencia de un proceso político-corrosivo al que por suerte para todos le
quedan muy pocos días.
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