A ver, Nicolás, cómo te explico.
Al igual que tus más ineptos y tarifados “amigos”
internacionales, sigues utilizando el término “fascista” como ese insulto
aprendido nadie sabe de quién y en qué momento, para referirte a todos aquellos
que manifestamos el buen criterio de no acompañarte en tu desafortunada
aventura presidencial.
Ante tu evidente desconocimiento del término en cuestión,
esperaría (con un altísimo riesgo de quedarme sin respuesta) que indagaras un
poco al respecto. Si es que tus
múltiples desocupaciones te permiten hacerlo, podrás constatar, para tu
infortunio intelectual, que el único fascista en este país es el régimen
heredado por ti y que con absoluta ilegitimidad insistes en representar.
Sólo tú y tu grupito de malandros politizados pretenden
instaurar una sola y única manera de pensar…un control absoluto de los
medios…una evidente restricción de consumo entre los ciudadanos…un estado en
permanente emergencia social… un insuperable nivel de inflación…una rienda cada
vez más corta para los empleados públicos…un distanciamiento claro y explícito
del mundo progresista…un desarrollo de conductas de obediencia instintiva entre
los grupos siempre más aplastados…
¿Te fijas Nicolás? Aquí
los fascistas son ustedes, los socialistas del siglo XXI, que no han
comprendido que ese modelo de desgobierno no sólo es un mal recuerdo de alguno
que otro pasado en el mundo, sino que además es una fórmula infalible de
retroceder como nación y de extraviarnos en el anecdotario de un país rico, que
decidió fallecer en la pobreza más absoluta y vergonzosa.
Tu ineptitud para conducir algo escasamente más grande que
un autobús, ha quedado evidenciada en cada desacierto y cada vez que tomas la
muy errada decisión de abrir la boca para ofrecer alguna triste declaración
pública.
Gobernar, Nicolás, va más allá de simplemente dedicar largos
espacios televisivos a ofender a tus opositores.
Para gobernar debes tener ideas, planes concretos, proyectos
estudiados y desarrollables, un equipo de trabajo capaz de implementar una
visión de país…y tú, Nicolás, no tienes nada de eso. Por el contrario, la deteriorada capacidad de
improvisación de tu desparecido padre político llegó a tus manos completamente
desgastada, y con ella, mi jamás reconocido presidente, tampoco sabes qué
hacer.
Decirnos fascistas a tus opositores simplemente por el hecho
de contradecirte en tu desdibujada ideología, es una falta de respeto producto
de esa ignorancia que no logras disimular aunque lo intentes.
La misma ignorancia que está llevando a Venezuela hacia el
borde del abismo.
La misma ignorancia que pretendes (cada vez con menos éxito)
inculcar en un pueblo dispuesto a darte la espalda en cualquier momento.
Ya te quedaste sin la inercia emocional de Chávez (inercia
de la que abusaste incluso al pretender mantener vivo a quien tenía rato de
haber fallecido). Te quedaste también
sin el apoyo popular, algo que se evidenció el 14 de abril tras tu indiscutible
derrota.
Con lo que sí te quedaste es con un desprecio incontenible y
con una lástima contagiosa hacia tu persona, que te hará ocupar el lado más
oscuro de la ya oscura historia que comenzara a escribir el precursor de este destructivo
y perverso proceso mal llamado Revolución Bolivariana.
Nicolás, tu tiempo va llegando a un final inevitable e
irreversible, así que yo, en nombre de una inmensa mayoría de “fascistas”
opositores, perros del imperio, vende-patrias, apátridas, sifrinitos,
escuálidos, malcriados y demás insultos ya agotados durante los últimos casi 15
años, te recomiendo que vayas haciendo tus maletas, porque en poco tiempo sólo
podrás ser testigo de esa nueva Venezuela de progreso y libertad, desde la cárcel o desde el olvido.
A ver, Nicolás, cómo
te explico: te quedó grande el disfraz que heredaste, y por mucho esfuerzo que hagas para rellenarlo,
la sensatez nacional y la decencia de todo un pueblo decidieron dejarte atrás
en tu fallido ensayo de primer mandatario.
Lo siento Nicolás, será en
otra oportunidad…pero NO EN VENEZUELA.
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