Sin embargo, nunca he logrado llegar a la línea número cinco
porque de mis dedos surge una necesidad incontenible de exhibir mi mejor y más
ofensivo léxico, mismo que durante los últimos catorce años, por mérito intransferible
del difunto y nunca bien recordado Hugo, he venido perfeccionando incluso hasta
sentirme orgulloso.
Este tal Maduro (inapropiado apellido de Nicolás) no es otra
cosa que una copia muy pero muy barata de su ya barato antecesor, sólo que le
tocó llevar a cuestas la cruz de la radicalización y el extremismo. Una cruz, por cierto, que el inepto personaje
que hoy nos ocupa, arrastra de manera abusiva e intolerante por los caminos de
la peor crisis política, económica y social que haya vivido jamás mi aporreado país.
El desprecio que por razones naturales provocan en mí sus
mal diseñados discursos, no cabe en ninguno de los adjetivos descalificativos
que yo quisiera esgrimir, por groseros y despectivos que éstos puedan ser. Y es que esa vocación bien heredada de su
“padre político” de convertir en excremento todo lo que toca, y además contarlo
como un gran logro revolucionario, es sin duda un activador…un generador
natural de bilis en todos los venezolanos que nos reconocemos decentes.
Lo que salva en algo la siempre desagradable imagen de Nicolás
El Breve, es que tiene esa capacidad (muy revolucionaria, vale recordar) de
autodestruirse poco a poco cada vez que habla, única razón por la cual soportarlo
se traduce en una especie de gratificante tortura sensorial.
Este oscuro personaje del epílogo de esta aún más oscura
revolución bolivariana, tiene el liderazgo por donde menos lo ilumina el astro
rey, lo que hace que incluso sus simpatizantes le pierdan el escaso respeto que
les queda. Los restos desconsolados de
un respeto hoy escasamente impulsado por una cada vez más debilitada inercia
histórica.
Amenazante y fácilmente despreciable, este inoportuno
presidente en claro proceso de descomposición hace gala constante de su
ilegitimidad cada vez que da alguno de esos desesperados chapoteos de ahogado,
típicos de quien agrede y ofende ante la desazón de hallarse en medio de su
propia incapacidad para gobernar y seguir empujando un proyecto cada vez más y
más pesado.
Ahora bien, no puedo menos que reconocer un gran logro del señor
Maduro: en escasos cinco meses ha conseguido que más de un millón de
simpatizantes chavistas se hayan mudado al Caprilismo.
Ese logro “construido en socialismo”, ha encontrado en este
esporádico y sobre todo lamentable jefe de estado venezolano, a un aliado para
que la historia vaya cambiando de autor, y a la vuelta de la esquina nos
encontremos con un futuro como el que merecemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario