En este momento en que Venezuela está a punto de demostrar
de qué está hecha y que la aproximación a un camino de libertad es una evidencia
que sobrepasa con creces tantas opiniones en alquiler disfrazadas de encuesta,
comienzan a surgir ciertos despistados políticos que siempre (fallidamente) han
buscado arrimarse al poder y entrar en él aunque sea por la puerta de atrás.
Uno de estos personajes, que es noticia más por dantesco que
por político, es el señor William Ojeda.
Este “camaleonesco” candidato del derrotismo y del fracaso
incuestionable, ahora anda arrastrando sus papilas gustativas por todos los
traseros de cuanto revolucionario encuentra en el camino, reclamando esa
limosna que hace rato él cree merecer y que por razones obvias no recibió del
lado digno del país.
Ahora lo vemos en VTV, con esa lastimosa expresión facial de
“ponchao” (típica del oficialismo), intentando rescatar una moralidad que nunca
tuvo y desprestigiando a cuanto opositor se le viene a la memoria.
¿De dónde salió este impuntual oportunista, que parece
llegar siempre tarde a la cita con su propio éxito?
¿Qué piensa que hace este pequeño ejemplar del cretinismo
político?
William Ojeda se encuentra hoy en esa triste posición de
“pajudo”, que en su raíz etimológica más clara se refiere a “quien habla paja”, es decir, quien dice
cosas inútiles que sólo sirven para llenarse el popularmente llamado “buche”
tras la finalidad única de ocupar sus
mandíbulas con palabras mayoritariamente insensatas y con muy poco grado de
coherencia.
Patético. Esa podría
ser una definición corta y precisa de este gris personaje.
Ahora se atreve a hablar del famoso “paquetazo neoliberal”
de la MUD…Otro invento que el moribundo dictador puso en boca del señor Ojeda,
luego de pagarle una platica para que se quedara en ese limbo político dando
señas de “preocupación social” ante un aterrador
documento que ni siquiera existe.
William Ojeda es uno de esos tipos que aparecen todo el
tiempo, en todas partes, pero nadie jamás les presta atención, e
inteligentemente (o tal vez no tanto así) Chávez decidió aprovechar la oferta
de conciencias, y compró la más barata con la fallida intención de enturbiar
los discursos que en la recta final de un proceso electoral, muchas veces
incomodan…pero solo eso.
Después de insistir sin éxito sobre el “paquetazo”, ahora el indefinido diputado
intenta desprestigiar la labor desarrollada por la oposición en el Municipio Sucre,
con una sorda lloradera que solo moja sus frustrados deseos por ganar algún día
algo en su vida pública.
Hoy, podría yo apostar por la rabia del dictador tras haber
perdido sus reales comprando la conciencia equivocada.
Hoy, podría apostar yo a que más de un revolucionario está
sintiendo ese olorcito a derrota que también se sintió hace unos años en las
Parlamentarias.
Hoy, podría apostar yo al derrumbamiento de los pronósticos
que igualmente se derrumbaran al anunciar el fracaso de las Primarias organizadas por la MUD.
Y así podría seguir en una interminable cuenta de
inexactitudes tomadas por este régimen que agoniza y está pronto a convertirse
en un pasado, o mejor dicho, en un olvido que sólo debemos desengavetar cada
vez que exista el peligro de que algo parecido amenace con volver a suceder.
La Venezuela que está a punto de reestrenarse se está
despojando (desde ya) de este desgobierno excluyente y retrógrado, y muy lejos
de un sentimiento de venganza, pretende convertir los últimos 14 años en un mal
momento… solo eso.
A partir del 8 de octubre, los verdaderos delincuentes de
este régimen tendrán que esperar su juicio y asumir su responsabilidad con la
cárcel que merecen; y los “voceros del fracaso” como el diputado Ojeda, tendrán
la oportunidad de seguir buscando (aunque sin éxito) a quién ofrecerle en
remate lo que quede de su conciencia.
A William Ojeda sólo se me ocurre recomendarle algo que
aprendí a decir en Costa Rica: “callaíto
es más bonito”.
Hasta la próxima.
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